Relato de mi suicidio.

Enmudecido en el silencio mas doloroso, el niño callaba.
Sus labios se habían quedado en los besos de esa mujer y su corazón había salido a volar con el espiritu más alegre de su felicidad.
Sus ojos miraban un sol escondido entre las nubes mas negras que le indicaban con sollozos que su amor se había ido.
No te enamores, le decía su madre, ¡y que razón tenía!. Las gotas tan rojas como una rosa, brotaban de sus muñecas y le recordaban a Dios que lo tenía que ir a buscar para llevarlo a su cielo. Sus pulmones no recibían más oxigeno, su rostro enpalidecía cada vez más y su corazón ya había dejado de latir desde que ella se fue.
Las lágrimas habían dejado de brotar de sus ojos inanimados, había perdido el amor, la vida, la alegría, todo sentimiento y todo pensamiento. Se había hundido en el dolor y cuando no lo soportó más, la tijera que uso una vez para recortarle coloridos corazones a ella, fue la mejor arma para atentar contra su sufrimiento.
Adios amor, buena suerte y hasta luego.